Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DEL ALMIRANTE



Comentario

Cómo los rebeldes volvieron contra el Almirante, y no quisieron entrar en ajuste alguno


Volviendo al Almirante, que, con sus compañeros, estaba consolado por la relación de Diego Méndez, y la venida del carabelón, con esperanza y certidumbre de la salvación de todos, creyó conveniente hacer saber a los rebeldes todo lo acaecido, para que, dejando sus recelos, volviesen a la obediencia. A tal fin, con dos hombres de autoridad que eran amigos de los rebeldes, sabiendo que éstos no creerían la llegada de la carabela, o la disimularían, les envió la mitad del puerco que el Capitán de ésta le había presentado. Llegados ambos adonde estaba su Capitán Porras con aquellos de quienes más fiaba, salió éste a su encuentro a fin de que no incitasen y persuadiesen a la gente para que se arrepintiesen del delito cometido, imaginando, como era verdad, que el Almirante les enviaría un perdón general. Mas no pudo contener a los suyos tanto que no supiesen las nuevas; la venida de la carabela; también, de la salud y buen estado de los que tenía consigo el Almirante, y de las ofertas que le hacían. Por ello, después de muchas juntas que tuvieron, a las que concurrían los principales, fue su resolución que no querían fiarse del salvoconducto y perdón que el Almirante les enviaba, sino que voluntariamente se irían de la isla con quietud, si el Almirante prometiese darles un navío, en caso de llegar dos, y si no viniese más de uno, la mitad; en tanto, como hablan perdido sus haciendas y rescates en el mar, que partiese con elles lo que tenía. A esto respondieron los mensajeros, que no eran condiciones razonables; los rebeldes contestaron que pues esto no se les concedía a buenas, que ellos lo tomarían por fuerza, a discreción suya. Con esto, despidieron a los enviados, echando a mala parte las ofertas del Almirante, diciendo a sus secuaces, que era hombre cruel y vengativo, y que si bien ellos no tenían miedo, pues el Almirante no se atreverla a causarles algún daño, por el favor que tenían en la corte, sin embargo era de temer que quisiese tomar venganza de los otros, so color y con nombre de castigo; que por esto, Roldán y sus amigos, no se habían fiado de él, ni de sus ofertas en la Española, y les había salido bien, habiendo sido tan afortunados, que le enviaron con grillos a Castilla; y ellos no tenían menos causa y esperanza de hacerlo. Para que no hubiese alguna mudanza,:por la venida de la carabela con las nuevas de Diego Méndez, daban a entender a todos, que la carabela venida no era verdadera, sino fingida y fabricada por nigromancia, porque el Almirante sabía mucho de tal arte, pues era inverosímil que si realmente fuese carabela, no hubiese tratado más la gente que venía en ella, con la del Almirante, ni que desapareciese tan presto; más bien era razonable que, si fuese carabela, se hubiesen embarcado en ella el Almirante, su hermano y su hijo. Con estas y otras semejantes palabras dirigidas al mismo propósito, volvieron a confirmarse en su rebeldía, y muy luego determinaron ir a los navíos, tomar por fuerza lo que hallasen, y hacer presioneros al Almirante.